lunes, 26 de marzo de 2012

Drácula de Ford Coppola, gracias Bram Stoker

"Conseguida revitalización del mítico drácula. Magnífica ambientación neogótica. No se la pierda" 
(Fernando Morales: Diario El País) 


Esta película del clásico de Bram Stoker es (pese a quien le pese) la mejor adaptación de una novela a la pantalla grande. Y para que se entere todo el mundo: la palabra adaptación no implica coger la novela y rodarla plano a plano como dicen las letras sino dar un sentido, de cómo el escritor concebiría su obra si estuviera narrada en el celuloide. Todo este tema lo explica mucho mejor que yo Luis Cifer en su blog y yo me remitiré a extraer las claves de una más que correcta adaptación. Entre las aportaciones de Francis Ford Coppola están: un prólogo en le que Vlad aparece clavando una espada en una cruz, la identificación del Empalador con un conde vampírico, la transformación de Vlad en vampiro por amor, Vlad se representa con ser aparentemente terrenal y con sentimientos muy fuertes, entre otras.


                                                            "No hay vida en este cuerpo. 
                                                            Yo  soy  nada,  sin  vida,  sin 
                                                            alma  [...]  odiado y temido, 
                                                            estoy  muerto  para  todo  el 
                                                            mundo.   Escúchame. . .   yo 
                                                            soy  el  monstruo  al  que los 
                                                            hombres    vivos     matarían. 
                                                            Yo soy Drácula".


Cartel de "Drácula de Bram Stoker", Francis Ford Coppola, 1992.
Pasamos al análisis. ¿Qué debemos tener en cuenta de esta peli para disfrutarla mejor? Pues bien para empezar la exquisita ambientación de las atmósferas de la Transilvania de finales del siglo decimonónico. No en vano el equipo de vestuario recibió el Oscar al mejor vestuario y maquillaje. Las brumas, los palacios de la nobleza, los vestidos, el atrezzo... son merecedores de la máxima distinción cinematográfica. 


También en esta película encontraremos la mejor conceptualización de la figura del vampiro desde el expresionismo alemán. Poder, sexualidad, libertad y longevidad tienen mención especial para la construcción del personaje de Drácula. Otros detalles menores que nunca pasan desapercibidos para los cinéfilos son: las soberbias interpretaciones de los actores (me quedo con la de Gary Olman), fotografía y seleción musical sensacinal y un cúmulo de parlamentos que tienen su propia lírica.


Todo este trabajo de Francis Ford Coppola no fue en balde y la acogida fue muy buena después del último capítulo de la triología de El Padrino y de Historias de Nueva York. Al principio hubo roces entre los críticos por la relativa literalidad de la obra original. Sin embargo, la presión del público catapultó a esta obra como la adaptación más exitosa en términos comerciales hasta la fecha (alrededor de 40 millones de dólares de presupuesto para los más de 215 millones que se recaudaron en todo el mundo).


Lo mejor: las atmósferas envolventes, la iconografía vampírica y las perlas escondidas en los diálogos.


Lo peor: si esperas una adaptación literal del libro te sentirás muy defraudado.

Fuentes:
Filmaffinity
Imdb
Las críticas de Luis Cifer

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